EL POPULAR RETRATO DE LA MISERIA HUMANA

Por: Estrella Rivas (UNP)


¿Se justifica la búsqueda del entretenimiento a costa de rebuscar en las miserias humanas? ¿Existe un límite para este tipo de producciones? ¿Dónde quedó la responsabilidad ética para con las víctimas? ¿Se está buscando transmitir un mensaje positivo o solo se reproducen los mismos prejuicios e injusticias que pretenden denunciar? ¿Dónde está la frontera ética entre la labor periodística y el puro entretenimiento?

Fuente: BBC

Resulta evidente la reciente fascinación de la audiencia por los crímenes narrados en diversas plataformas de streaming. Sólo en Netflix, se han estrenado más de media docena de ‘docuseries’ del género true-crime, la mayoría batiendo récord en audiencia y siendo un éxito en la crítica. A todas luces, se está generando un mercado audiovisual a partir de situaciones de violencia y muerte, situaciones que han perturbado cientos de vidas. 

Pero, ¿es ético atrapar al público con la tragedia ajena? Para comprender un poco cuál es el proceso que padecen las personas, víctimas o no, ligadas a estos casos al verlos retratados en la pantalla, la especialista en psicología, Laura Panzano, señala: “Los seres humanos procesamos los traumas a través de nuestro sistema nervioso. Si se queda enquistado, cuando conectas con ese momento tu cuerpo reacciona como si estuvieras sufriéndolo ahora. Yo no recomendaría exponerse de nuevo, a través de una serie”.

Lo cierto es que, aunque se justifica la prevalencia de este tipo de producciones cambiándoles la etiqueta de true-crime por “narrativa de no ficción sobre temáticas de crímenes” (que resulta ser básicamente lo mismo), son muchas las veces en las que se ha intercedido para retirar dichos contenidos de diversas plataformas.

Fuente: Netflix

Tal es el caso de Mindy Pendleton y sus allegados, quienes pidieron a Netflix retirar el documental “I am a Killer”, debido a que narraba el asesinato de su hijastro Robert Mast. O el de los padres de la niña Madeleine McCann, en contra del true-crime “La desaparición de Madeline McCann”. O el de la familia de Teresa Halbach, quienes lanzaron un comunicado acerca de lo lamentable de las corporaciones que crean entretenimiento y sacan provecho de su pérdida, esto por la realización del documental Making a Murderer. Cabe aclarar que ninguna de estas producciones fue retirada de la plataforma.

Fuente: Letras Libres

Entra a tallar también la calidad de estas cintas, últimamente se ha elevado la demanda y aunque existen documentales que se tomaron 10 años de investigación, como es el caso de Making a Murderer, lo cierto es que es un caso excepcional. La creciente audiencia ha generado una producción masiva de este tipo de contenidos, que muchas veces descuida la calidad de la información que se emite. Es así que se termina tocando la historia como un reportaje, más que como un documental. La historia a menudo es superficial. Pero el dolor de las víctimas, en cambio, nunca lo es.

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